Historia


Hace más de cincuenta años, el 10 de abril de 1947, se fundó la Asociación de Periodistas de Guatemala (A.P.G), de la mano con la primavera democrática de la Revolución de Octubre de 1944 que rompió los esquemas intelectuales de las viejas dictaduras que sometieron a la prensa a un prolongado silencio en contra de uno de los principios fundamentales del hombre: la libertad de expresión del pensamiento. De manera que tal fecha es para los guatemaltecos y el periodismo en general, un día de gran significancia en la historia política, cultural y social en la que hombres y mujeres dedicados al ejercicio de la noble profesión de periodistas hemos contribuido al cambio de esta nación.

El nacimiento de la A.P.G un tanto orteganeamente se debe a las circunstancias que se van a dar en el ensayo democrático del gobierno del doctor Juan José Arévalo, primer gobernante de la era revolucionaria. Paradójicamente, se suscita en el Congreso de la República, la creación de una ley que bajo la falacia del control de las materias primarias para la impresión de los medios de la época, se trataba de amordazar a la prensa. De allí su nombre de "LEY MORDAZA" con que la bautizó el pueblo.

Las protestas no se hicieron esperar. En ellas participaron el Colegio de Abogados, las municipalidades, el magisterio, los sindicatos, los artistas y los comentarios editoriales tanto locales como de la prensa extranjera que fluyeron al unísono. Y la ley nació muerta porque ante la prisa de su promulgación, los periodistas convocaron a una reunión urgente que tuvo lugar en las oficinas del influyente diario vespertino El Imparcial, que estaba situado en la octava avenida y novena calle de la actual zona 1 .

El Acta de Fundación reza que : "A los diez días del mes de abril de mil novecientos cuarenta y siete, reunidos los infrascritos, todos periodistas de profesión, con el objeto de agrupar a los elementos de prensa de Guatemala en una Asociación que propenda a la defensa de sus intereses gremiales, a la dignificación profesional y al progreso material y espiritual de la prensa acordamos:

1) Fundar la Asociación de Periodistas de Guatemala.
2) Dicha Asociación será integrada exclusivamente por periodistas profesionales en activo que militen en periódicos orales y escritos del país.
3) La Asociación tendrá su sede en la ciudad de Guatemala.
4) Nombrar una Junta Directiva provisional, la cual por elección quedó integrada así : Presidente, Licenciado Clemente Marroquín Rojas (+) ; Secretario, Manuel Eduardo Rodríguez (+) ; Tesorero, Ramón Blanco (+); Vocales, José Alfredo Palmieri (+), Fernando Molina Nannini y Rigoberto Bran Azmitia.
5) La Junta Directiva provisional queda encargada de girar invitaciones a todos los demás periodistas profesionales en activo de la República, para que se adhieran como miembros de la Asociación. Están las firmas de 48 distinguidos periodistas, entre los que destaca el Premio Nóbel de Literatura 1967, Miguel Angel Asturias, y el 6 de mayo del mismo año, el gobierno emite el acuerdo por el que se da vida jurídica a la Asociación de Periodistas de Guatemala (A.P.G).

Por supuesto, desde el mismo día de su nacimiento, la lucha de los periodistas por mantener incólume ka libertad de expresión, no ha sido tarea facial aunque es obvio que los vicisitudes de la prensa no son exclusividad de los diaristas guatemaltecos. A lo largo de sus cincuenta años la vida de la A.P.G. y la de sus agremiados se ha visto precisada a lidiar con la incomprensión, la intolerancia y diversas formas de intentos por acallar su voz. En esos cincuenta años pasados, la hegemonía estatal no ha cesado en sus propósitos de quebrantar la libertad de prensa. Hegemonía que ha frenado el lugar que le corresponde a la prensa como generadora de opinión por el alto riesgo que ello representa para quienes se dedican a la profesión.

En este largo período más de cincuenta periodistas cuyos nombres están grabados en el corazón de los guatemaltecos, han ofrendado sus vidas en aras de la libertad de expresión del pensamiento, de sus principios como defensor de los derechos del pueblo de Guatemala al que debemos la credibilidad en su prensa.

Y el mejor homenaje que podemos rendir a nuestros mártires nuestro comportamiento y nuestra contribución para terminar con la impunidad y defender el proceso de paz, porque la paz no sólo hay que pensarla, hay que hacerla y hacerla de tal manera que sea una paz con justicia social. Y que esta conducta de coadyuvar constructivamente al bienestar del hombre guatemalteco, nos permita entrar al nuevo milenio en el pleno goce de la paz, del progreso y de nuestra libertades.